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(1ra. Parte)
Cuenta una fábula que había un ratón que estaba siempre angustiado porque tenía miedo del gato. Un mago se compadeció de él y lo convirtió en gato. Sin embargo, empezó a tenerle miedo al perro, con lo cual el mago lo convirtió en perro. Y entonces empezó a tenerle miedo a la pantera, a lo que el mago lo convirtió en pantera. Pero esta pantera empezó a tener miedo al cazador, con lo cual el mago se dio por vencido y le dijo:
“…mira amigo, nada de lo que haga te va a servir de ayuda porque siempre tendrás el corazón de un ratón…”
Compartiremos en esta serie de artículos, un tema que todos enfrentamos en algún momento, los miedos y la ansiedad. La Fuente de nuestros artículos son las reflexiones de Irene Albacete en su canal de YouTube
Lo primero de todo es que te detengas y pienses.
¿Qué cosas has estado evitando en tu vida hoy? ¿Porque te han dado miedo o porque te provocan ansiedad?
Es súper común que empecemos a evitar ciertas cosas que nos resultan incómodas o que nos generen inseguridad, pero el encierro es el último camino que debemos tomar.
Encerrarse realmente no es el camino, pues nos hace sentirnos aún más inseguros, aún más ansiosos y mucho más lejos aún de realizar las cosas que nos gustaría. Entonces para hablar de este tema y de enfrentar nuestros miedos, necesitamos hablar también sobre la ansiedad.
Cuando tenemos ansiedad en general, lo que queremos es deshacernos de ella. Queremos deshacernos lo más rápido posible. Podemos incluso pensar que sería maravilloso no volver a sentir ansiedad en la vida, pero la verdad es que primeramente eliminar por completo la ansiedad es imposible y en segundo lugar no es buena idea. Piensa en la ansiedad como si fuera una alarma en nuestro cuerpo.
La ansiedad nos alerta sobre el peligro.
Si tuviéramos un sistema de alarma en nuestra casa y este se activará cada vez que un gato o que un animal o que un pájaro pasara por nuestro patio, probablemente querríamos apagar completamente esa alarma para no despertarnos en medio de la noche solo porque un pájaro ha pasado por nuestro patio.
Pero también si apago la alarma completamente, también entonces perderé la capacidad de escuchar en caso de que haya realmente un intruso en mi casa. Lo que necesito hacer no es apagar completamente la alarma, sino ajustarla. Necesito que la alarma sea un poco menos sensible, que solo se active cuando realmente una persona pase por allí y necesito aprender a apagarla tan pronto como sea posible después de verificar que no hay realmente ningún intruso.
Esto es más o menos un ejemplo de lo que deberíamos hacer cuando la ansiedad aparece en nuestro día a día. Hay situaciones de hecho en las que nuestro cuerpo y nuestra mente manifiestan ese miedo y esa ansiedad de una manera desproporcionada a la realidad, a lo que realmente está sucediendo. Por ejemplo, que solo un gato o un pájaro, pero la alarma suena como si fuera un ladrón.
